Éste es el cuadro que mi amiga Raquel encargó a Hugo para su marido Aníbal, que sin conocer nada de él, mas que algunas fotos de sus dibujos, se convirtió en su admirador.
Tenía que pintar lo que quisiera y Hugo lo hizo encantado y emocionado al pensar que alguien estaba dispuesto a pagar dinero por uno de sus dibujos. Tardó días en acabarlo. Comenzó con los árboles como si fuera Central Park, y luego continuó con el hotel The Plaza y acabó sin dejar un solo hueco en blanco. Lo enmarcamos y el 4 de enero, Hugo y su hermano se pusieron sus mejores galas y fuimos a su casa, con su familia, a entregárselo.
Yo no sé quién estaba mas nervioso, si Hugo ó Aníbal, pero fue una tarde muy especial para todos.
Agradezco a Aníbal, a Raquel y sus hijas, lo bien que nos trataron y lo importantes que hicieron que se sintieran tanto Hugo como Nacho.
Un fuerte abrazo.
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Soy Aníbal, ¡Y TENGO UN HUGO!
ResponderEliminarEfectivamente, la historia es como la cuentan. Vi unas fotos en el teléfono móvil de Raquel y quedé impresionado. Los cuadros que veía eran como de David Hockney. Hugo usaba el color y la composición exactamente igual que Hockney; no el Hockney de las piscinas y las casas californianas, pero sí el de su última época. Ante tanta belleza le dije: “Por favor, por favor, quiero un cuadro de Hugo, pero con la condición de que también pueda conocerlo”. Y así empezaron unos días angustiosos y llenos de excitación y de nervios.
Vendrían a merendar. Y empecé a darle vueltas a la cabeza: qué les gustaría, tal vez debería yo preparar algo para la merienda, o a lo mejor es preferible encargarlo, o el mismo día compro unos churros aquí al lado y se los comen calientes, o… Al final, compré cuatro chocolates diferentes para preparar un chocolate a la taza (y resultó que terminamos, Hugo, su hermano Nacho y yo, tomando leche). Y decidí que lo mejor eran comprar unas “mignardises” (que suena mucho mejor que lo que yo habría llamado con mi lenguaje llano y natural “unas chorradas de Mallorca”, la pastelería). Y el domingo llegó finalmente y yo pretendiendo que no pasaba nada, que todo estaba bien, pero mucho más nervioso que el primer día de curso en la universidad donde había dado clases durante más de treinta años.
Y llegaron ellos, Natalia, encantadora, y Hugo y Nacho. No recuerdo muy bien la primera parte de esa tarde, solo sé que empecé a hablar atropelladamente para disimular mis nervios (recuerdo únicamente que casi me tranquilicé). Y, claro, llegó el momento de que Hugo me diera el cuadro; y cuando lo vi, los ojos se me llenaron de lágrimas ante tanta preciosidad (la foto no muestra los colores adecuadamente ni la composición, pero, afortunadamente, podéis verlo un poco más arriba y veis mi cara y no mis húmedos ojos ya que evitaba mirar hacia la cámara para que no se notara mi emoción). Y para mayor alegría ESTABA FIRMADO.
Estuvimos charlando Hugo, Nacho y yo durante toda la tarde (los “mayores” tenían su propia conversación aparte) y me pasó lo que el Petit prince (ya sabéis, el de Saint-Exupéry) le contó al zorro sobre una flor: “Il y a une fleur... je crois qu'elle m'a apprivoisé...”. (Hay una flor… creo que me ha “apprivoisé”). Hugo y Nacho, tan distintos el uno del otro, me habían “apprivoisé”, que suele traducirse como “domesticado, pero que no es “domesticado”, es mucho más. Cuando el Petit prince le pregunta al zorro qué significa “apprivoiser”, el zorro le explica que es “crear lazos” y le dice que “si tú me ‘apprivoises’, tendremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo”. Y eso son Hugo y Nacho para mí, “único en el mundo”. Como decía Rita Pavone: “Come te non c'è nessuno / tu sei l'unico al mondo” (Como tú no hay ninguno, eres único en el mundo).
Gracias a los dos por haberme hecho feliz, por haberme “apprivoisé” y por ser como sois, muy distintos y muy parecidos, muy únicos.
¡Una última cosa! Aunque la gente dice que la envidia es muy mala, también existe la “envidia sana”, que seguro que es lo que sentís los que esto leáis porque sabéis que ¡YO TENGO UN HUGO… Y FIRMADO!
Querido Aníbal:
EliminarEnvidia, y no ceo que de la buena, es lo que siento de saberte poseedor de un Hugo. Déjame que me presente brevemente. Mi nombre es Leticia. Hace dos años quiso el destino que entrara en Katania buscando asesoramiento para redistribuir y redecorar mi casa –que no mi vida–. Hace dos años, pues, que conozco a Natalia. Conecté con ella de inmediato, y la relación profesional no tardó en dar paso a conversaciones más personales. Hugo no tardó en aparecer en escena, y como tú, quedé impactada de inmediato por la riqueza de su dibujo y el ingenio de su imaginación. He alabado siempre que he tenido ocasión sus pinturas, y he aplaudido –y agradecido– la iniciativa del blog porque multiplica las posibilidades de que Hugo “sea visto”. Mis conocimientos de arte son muy limitados, pero también a mí los diversos dibujos de Hugo me han recordado a distintos pintores, y siempre de manera muy palmaria, muy directa. Así es que, no dudo de que estamos –uso conscientemente el indicativo frente al subjuntivo– ante un virtuoso joven, una criatura con un dominio especial de la forma y el color. Guarda, por tanto, con mucho recelo esa obra firmada por el artista porque en un futuro tú podrás reivindicar haber sido el primero en tener un hugo.
Un abrazo envidioso,
Leticia
Aníbal, no puedo parar de sonreír!!!!!!! Qué pena que los haya acostado ya. Mañana sin falta, les leo tu comentario.
ResponderEliminarMe encanta tu "apprivoiser" y prometo que intentaré mantenerlo. Para ellos te has convertido en alguien muy apreciado y especial. Hugo ya no coge cualquier bolígrafo para escribir desde que le hiciste llegar esa escogida selección, que vino acompañada de un cuaderno de viaje sin el que no se irá a NY. El libro de El Principito, el poster de Audrey Hepburn, tus mermeladas caseras, ...., creo que sería difícil olvidarse de ti. Y tu emotivo comentario en este blog, que espero que se perpetúe en el tiempo y Hugo pueda por sí solo, disfrutar y continuarlo dentro de unos años.
Un enorme abrazo para ti y para mi gran amiga Raquel. Os agradezco a los dos vuestro apoyo y entusiasmo.
En la película El graduado (el protagonista, Benjamin, está interpretado por Dustin Hoffman), los padres le hacen una fiesta en casa a la que asisten todos los amigos de los padres. Le regalan un traje de bucear y Benjamin, en el borde de la piscina está vestido con ese traje, con aletas en los pies y una máscara de buceo en la cara. Un amigo del padre (Mr. McGuire) se le acerca y tienen esta conversación:
ResponderEliminarMr. McGuire: I just want to say one word to you. Just one word.
Benjamin: Yes, sir.
Mr. McGuire: Are you listening?
Benjamin: Yes, I am.
Mr. McGuire: Plastics.
Y una vez dicho “plastics”, se le queda mirando como si le hubiera abierto la puerta al futuro y a lo mejor del mundo, mientras Benjamin lo mira atónito porque no entiende nada.
Pues ahora os lo digo yo: “subyugar”…
Y claro pondréis cara de asombro. Esta noche me pasó casi lo que a Martin Luther King Jr. cuando pronunció su famoso discurso en Washington: I have a dream. Y es que me pasé toda la noche soñando con “apprivoiser”, ya sabéis, lo que le pasa al Petit prince y con su posible traducción, y al final he descubierto que es “subyugar” en su sentido literal, que es el que lleva al sentido figurado. Es poner o ponerse bajo un yugo porque te has quedado embelesado (que este es el otro sentido).
Y también, pensando en los colores que Hugo utiliza me acordé de dos cosas: de una novela de Jerzy Kosinski, que cito en francés porque la leí hace muuuchos años en París: L’oiseau bariolé (El pájaro multicolor) y la invocación de la primera oda de Safo a la inmortal Afrodita, que se sienta en un trono “poikílos” (polícromo). Bueno, pues Hugo es fundamentalmente, pero no solo, multicolor (formada la palabra con dos palabras latinas) y polícromo (formada con dos palabras griegas). Algún día esos colores de Hugo estallarán y nos inundarán a todos de mucha más alegría, de mucho más entusiasmo y de mucha más felicidad.
Y claro, Hugo y Nacho no serían quienes son y como son sin Natalia, la gran madre que los adora. ¡Ella sí que está “apprivoisée”!
…y como soy inexperto en estas cosas modernas, no había leído el comentario de Leticia. ¡Anda que no escribe bien la muchacha, con todos sus acentos bien puestos, con las palabras adecuadas, con sus dos puntos…! Si es muy, muy buena y hace muchos, muuuuuuuchos méritos, a lo mejor tiene la suerte de que la invite un día a ver “mi Hugo”, pero solo un ratito y no desde muy cerca. Y tal vez, aunque eso es muy improbable, ella algún día también pueda tener “un Hugo”, incluso firmado.
ResponderEliminarDe momento, muchos besos y abrazos del muy envidiado, y con razón, Aníbal.
Dios mio! Qué capacidad lingüística tenéis los dos. Qué pequeña me siento en este campo.
ResponderEliminarVeo que ya os habéis presentado. Y espero que éste sea un punto de encuentro para poder seguir leyéndoos y descubriendo matices imperceptibles, al menos para mi, en los dibujos de Hugo.
Me encantan vuestra participación en el blog.
Con cariño,
Natalia